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Cómo afecta la velocidad a la visión

La visión es el factor físico más importante para la conducción y su ausencia no puede ser sustituida ni complementada de manera alguna.

Más del 90% de la información que recibimos sobre el tráfico nos llega a través de la visión y para la mayor parte de las maniobras, el conductor debe basarse en su sentido visual.

El estudio de la capacidad visual de los conductores nos permite conocer la cantidad y calidad de la información exterior que son capacesde recibir.

Para una buena conducción es necesario:

  • Percibir con precisión todos los elementos que intervienen en el tráfico. 
  • Conseguir una interpretación adecuada de nuestro cerebro.
  • Dar una respuesta neuromuscular aplicada a los mandos del vehículo en segundos.

Este lapso de tiempo mejorará cuanto más segura sea la carretera, mejores las prestaciones de los vehículos y el conductor tenga una correcta capacidad visual al tiempo que respete las normas de velocidad, luces y distancias.

La capacidad visual se mide considerando la agudeza y el campo visuales, el sentido lumi- noso, la motilidad palpebral y del globo ocular, y la presencia de enfermedades progresivas que deterioren y no permitan alcanzar los niveles fijados por la ley en cada grupo, según se especifica en el Reglamento General de Conductores.

No obstante, la asociación entre la capacidad visual y la accidentalidad de tráfico presenta muchas dificultades.

Está demostrado que los defectos de agudeza y del campo visuales para objetos en movimiento se objetivan con más frecuencia en conductores que han sufrido accidentes que en controles. Esta situación se acentúa en condiciones de baja iluminación, en conductores ancianos y en enfermedades oftalmológicas asociadas.

Es importante considerar siempre, junto con la capacidad visual, las circunstancias personales del conductor, tanto médicas de morbilidad, grado funcional y factores de riesgo asociados, como de conducción en cuanto al tipo e intensidad de exposición al riesgo.

Agudeza Visual

La agudeza visual representa el grado de actitud del ojo para reconocer objetos, y su medida determina el grado de desarrollo de la función visual. Viene caracterizada por la capacidad del ojo para percibir formas y detalles de los objetos.

La apreciación de la distancia no depende sólo del sentido de la vista, sino de su conjunción con la experiencia y el entrenamiento.

La visión con ambos ojos proporciona la sensación estereoscópica o de profundidad. Es fundamental en el tráfico, porque permite calcular la maniobra en función de la distancia a la que se encuentra el objeto percibido.

En la conducción nocturna con luz artificial o en la conducción crepuscular (visión mesópica), el conductor pierde cerca de 6 metros de profundidad en su campo de visión por cada 15 km/ hora de aumento en la velocidad.

Aunque la conducción nocturna representa sólo la cuarta parte del tiempo total en carretera, suma más de la mitad de los accidentes de tráfico.

La agudeza visual binocular, en algunos casos, puede ser superior o inferior a la obtenida explorando cada ojo por separado. La mitad de los sujetos con agudeza visual “estática” normal tienen pruebas “cinéticas” por debajo de lo normal, especialmente en la población anciana.

La visión monocular es la pérdida anatómica o funcional de un ojo que reduce su capacidad visual a 0,10 o menos. En estos casos, se hacen difíciles los adelantamientos y las maniobras en cruces, agravándose en la circulación nocturna.

Por tanto, es necesario corregir toda disminución de la agudeza visual. Cerca del 30% de los conductores tienen que utilizar lentes correctoras de alguna deficiencia.

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Visión y velocidad en conducción

Según la Dirección General de Tráfico (DGT) el primer efecto que se produce al aumentar la velocidad es el incremento en la distancia de detención, que es la suma de la distancia que recorremos durante el tiempo de reacción y la distancia de frenado. Si a esto se le añade que el conductor posee alguna deficiencia visual indebidamente compensada o alguna patología ocular, la probabilidad de sufrir un siniestro aumenta considerablemente.

La velocidad en las curvas es el factor más peligroso de la velocidad, puesto que el vehículo está sometido a diferentes fuerzas que, en el momento que se desequilibran, ponen en un compromiso la estabilidad del vehículo, pudiendo provocar una salida de vía.

Durante la conducción, las imágenes de los objetos se proyectan en la retina de forma difusa, pues se captan y suceden a gran velocidad.

Igualmente, a medida que se incrementa la velocidad, las imágenes se tornan más confusas, por lo que, a efectos prácticos, se reduce la visibilidad a lo que los expertos denominan campo de visión cinético. Y si la velocidad es muy alta, la vista del conductor sufre algo parecido al efecto túnel, es decir, el campo de visión queda tan reducido que se tiene la sensación de circular por un túnel.

Es por esto que el campo visual depende directamente de la velocidad del vehículo. Por ello, cuanto menor sea esta, mayor grado de la vía es posible abarcar con la visión.

  • A 40 km/h se cubriría aproximadamente un ángulo de 100°. Gracias a esta velocidad moderada, sería fácil detectar objetos situados fuera de los márgenes de la carretera.
  • A 70 km/h se reduciría la visión periférica, pudiendo observar solo un 75° de la vía, que disminuye a medida que aumenta la velocidad del vehículo.
  • A 100 km/h el ángulo de visión periférica baja hasta los 42°. Esto limita la percepción a elementos muy cercanos a la calzada o en el carril anexo.
  • A 130 km/h aparece el denominado “efecto túnel”, limitando la visión a solo un ángulo de 30°. Debido a este fenómeno se dejan de percibir objetos periféricos a ambos lados de la vía, como señales, semáforos, animales que puedan irrumpir en la carretera, obstáculos o peatones. A esta velocidad, el conductor puede no ser capaz de advertir una situación de riesgo que suceda en el exterior de la vía, ya que estaría fuera de su campo visual y no reaccionar adecuadamente.
  • A 150 km/h se produce el ‘cataclismo perceptivo’. Este efecto consiste en la pérdida de la visión periférica e imposibilidad para evaluar correctamente distancias y velocidades.

Recuerda que una reducción de velocidad de solo 10 km/hora puede mejorar nuestra visión periférica entre 7° a 10°.

Fuentes: Fundación Mapfre / Dirección General de Tráfico

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